Por: Jorge Sierra
Fotografía: Omer López y Claire Weckl
Local Times tuvo el gusto de conversar con el ganador del Grammy, el batería Dave Weckl. En su visita a Guatemala ofreció una masterclass, un concierto y esta única entrevista a un medio. Haber tocado con Chick Corea, Madonna, Robert Plant y Diana Ross le brindó experiencias que hoy valen oro.
El legendario batería de jazz Max Roach explicó un día: “Thelonious Monk me animó a emancipar la batería de ese papel subordinado de cronómetro”. Roach le hizo caso a uno de los fundadores del bebop, además un mítico pianista cuyas improvisaciones mostraban disonancias y giros melódicos poco ortodoxos. Y lo que hizo Max Roach fue convertir a la batería en un instrumento melódico y si se puede decir, armónico.
Así nació en los años 40 una visión moderna de la batería. Una mirada que amplió los campos de acción del instrumento y que hoy se alimenta de músicos como Dave Weckl, batería considerado uno de los 25 mejores de todos los tiempos, según la revista Modern Drummer.
Weckl es quizá más conocido por su trabajo junto a Chick Corea y la Elektric Band, un grupo de jazz fusión, en donde comulgaban también Eric Marienthal al sax, Frank Gambale a la guitarra y John Patitucci en el bajo. Y por supuesto, el jefe, al frente del piano y sintetizadores. Weckl ya se había preparado a tamaña aventura. Había prestado sus servicios a Michel Camilo, Mike Stern, Oz Noy, y en el terreno pop a Robert Plant, Simon & Garfunkel, Diana Ross, Madonna y otros artistas más.
Pero estar con Corea le permitió no solo ganar un Grammy sino también una extraordinaria exposición, para así construir con el tiempo, una plataforma que le llevó con el tiempo a grabar su propia música y formar su banda.
Hay varios elementos que deben considerarse al hablar de él. Una, es su virtuosismo. Dos, su particular sonido. Y tres, su técnica. Cuando uno escucha su música nota estos tres elementos en uno, y no se diga el tercero cuando uno lo ve en concierto tocando con relajación y al mismo tiempo con groove o ritmo.
Llegó a Guatemala decidido a entregarse al público, pero no solo como músico, sino también como profesor. Esta vez impartió un masterclass frente a más de 100 alumnos. Donde explicó mucho de lo que hace, desde el sonido que se le reconoce en cualquier lugar o grabación. Algo por cierto difícil que ocurra en ese instrumento no así en otros. Amparado por una mesa de mezcla digital Yamaha que él mismo controla. Pero también habló de su actitud frente a las partituras y otros temas propios de baterías.
Además, no hay que olvidar su batería. Este músico y compositor posee una batería Yamaha signature, es decir, hecha con las especificaciones que él le dio a la fábrica. En el concierto ofrecido en el país, esta se trajo desde México. Eso sin contar que hubo el juego de platillos que él mismo trajo por no hallarse en otro país.
El concierto fue un reto para el resto de músicos (dos guatemaltecos, dos mexicanos). A la hora del ensayo, Weckl mostró exigencia hasta en los detalles. Eran sus piezas y las conoce bien. Sabía con claridad qué pedirle a los colegas, qué enfatizar, la energía que debían soltar y las pericias que debían demostrar. Con un teatro lleno, su jazz fusión y su intensidad llenó la sala.
Por supuesto su parte fue completa e impoluta. Es un batería con esa extraña habilidad de tener una conciencia innata por el ritmo, gran destreza en la composición y cualquier género que explora pareciera serle natural. Y como él ya había expresado: “Cada show, con cualquier artista, es especial en ese momento. Trato de que cada presentación sea memorable. Cada vez que me siento frente a mi batería quiero que sea el concierto más importante de mi vida, porque siempre podría ser el último”.
En el ínterin de esa masterclass y el concierto, Local Times tuvo la ocasión de conversar brevemente con él. Vestía de playera negra con la marca Zildjian, pantalón de lona negra y tenis altos negros que se lucían muy cómodos. Se los cambio por otros. Tal parece que prefiere un calzado para tocar batería y otro para caminar. Se mostraba un poco cansado. Había respondido ya antes quizá unas 50 preguntas de un alumnado ávido de conocimiento. Y que él con generosidad respondió. Ahora hizo lo mismo. Era nuestro turno.
—¿Es cierto que al cambiar el ritmo, cambia la música?
—Es difícil responder. Pero sí, porque la batería o en todo caso el ritmo es el alma de la música. Si el ritmo del corazón cambia, cambia todo el conjunto.
—¿Y cambia el time feel?
—En efecto, de cómo uno interpreta el tiempo.
—¿Cuál es su visión del papel que juega la batería? ¿Su papel es de acompañar o es guardián del tiempo?
—Es un poco de ambos. Por lo general las dinámicas, los matices contrastan dentro de un grupo, y lo que uno toca tiene que ver con lo que toca el resto de músicos, pero también con lo que ellos sienten y surge. Al mismo tiempo, se da apoyo a todos los demás, sobre todo en el jazz por la forma en la que ellos quieren sentirse apoyados. En el rock, pop o funk hay un groove constante, entonces para los demás músicos no existe distracción alguna a la hora de tocar. En cambio, en el jazz, hay una interacción, hay un diálogo entre todos los que actúan.
—¿Cómo define usted su estilo de tocar la batería?
—No puedo decirlo (sonríe). Es que mi estilo depende de la música que toco.
—¿Pero en su estilo no escucho ritmos latinos?
—Desde hace tiempo siento afecto por todos los estilos que vienen en la música latina y de sus matices.
—Y así como ocurrió con Kenny Clarke, Max Roach o más recientemente Steve Gadd ¿tiene el deseo de aportar algo para que se repiense el papel de la batería?
—Eso es algo en lo que no pienso.
—Cuando está en un concierto ¿a qué le da más importancia? ¿A la música, a los músicos, al ambiente o al público?
—A todo junto. Es que es una combinación de todo. Pero lo más importante son los músicos con los que toco. Yo me pongo frente a la batería para poder aportar y hacer que todos y todo funcione en ese momento.
—¿Y cuál se puede decir que es el mayor temor de los bateristas antes de iniciar un concierto?
—En el único momento en el que me siento no nervioso sino ansioso, es antes de tocar una música con la que no me siento cómodo. Y casi no me ha ocurrido. En realidad no hay por el cual uno deba ponerse nervioso antes de subir al escenario, porque cuando uno va a tocar, lo único en lo que hay que pensar es que uno va a tocar. Si empieza a ponerse nervioso, las cosas entonces se van a poner peor.
-¿Y cómo hace para superarlo entonces? ¿Simplemente mejor no pensar?
—No tengo una respuesta para eso porque cada quien es individual. La mayoría de las veces muchos se sienten así porque simplemente no se sienten seguros.
—¿Con qué tipo de músicos se siente bien tocando?
—Para mí es una experiencia interesante tocar con diferentes personas. Por supuesto, la gente con la que me siento cómodo es con la he tocado muchas veces y conozco.
—¿En algún momento se ha quedado sin ideas, sin sueños, sin energía?
—Yo siempre trato de estar motivado, porque si no lo estuviera no estaría aquí. La motivación siempre es positiva para dar lo mejor de uno mismo.
—Hasta ahora ¿cuál ha sido su mejor disco y por qué?
—No tengo una respuesta exacta para eso. Para mi no existe eso de mejor. Lo que me importa es el momento. Tengo grabaciones de las que me siento muy satisfecho y hay otras que no me llenan tanto. Hay cosas de las que me siento orgulloso y otras de las que no, pero no tengo algo como “lo mejor”.
—Eso quiere decir que hasta el momento no ha grabado el disco que siempre ha querido, el disco perfecto
—No puedo responder eso, porque eso descartaría todo lo que he hecho.
—Por último, un consejo a los estudiantes. ¿Es bueno bastante práctica?
—Hay que estudiar lo más que se pueda y aprender sobre la historia de la música, de la batería y de sus intérpretes. Hay que practicar con buena orientación tanto como sea posible, sin lastimarse físicamente. Tener una base apoyada de estudio y práctica, es primordial. Sugiero que aprendan de los diferentes estilos y de las diferentes culturas. Es necesario acercarse a tocar con otros músicos tanto como se pueda que, de todos modos ¡ese es el objetivo de todos!
Al finalizar tomó respiro. Estaba sereno. Cierto, ya no es aquél jovencito de 25 años que aceptó el gran desafío de tocar con uno de los íconos del jazz, Chick Corea, no. Ahora Weckl es un padre de familia con 62 años, comprometido más con la enseñanza. Y que sin buscarlo parece formar parte de ese linaje de baterías que comprendieron que al emancipar el instrumento eso supondría retos y oportunidades.